No quería mencionar a Vanica
Doble ya en los inicios de este blog (no, no están en el collage de la entrada
anterior) pero revisitando
Tristeza de amor, veo que le pasa
como a
Con las manos en la masa: su
sintonía (la de
Tristeza de amor, de
Hilario Camacho; la de
Con las manos en
la masa, de Vainica Doble y Joaquín Sabina) es lo más conocido. Aquí tenéis la cabecera de la
serie:
http://www.youtube.com/watch?v=OmhyS8He2LE
Emitida en 1986 por Televisión
España la descubrí en el verano de 1996, si no me falla la memoria (hay datos
que prefiero no googlear, sino fiarme
de mi memoria intuitiva). Si no recuerdo mal, los lunes por la noche, tras La Doctora Quinn, emitieron esta serie.
Os recomiendo que la rescatéis en el DVD, que tenéis en esta edición. La
calidad de imagen de los DVD es deficiente, pero en fin, es la única manera que
hay de verla (aquí, como en las buenas tienes, es todo legal, no tan fresco,
que la serie ya tiene 28 años...).
La serie ha pasado a la historia
por ser la primera serie de TVE grabada en vídeo y, para mí, como espectador de
34 años en el año 2012, como una serie moderna y que refleja a la perfección
los cambios de los años 80. Intentaré explicarla sin acudir a una de las
palabras de esta década, los spoiler (es
decir, el contenido de los puntos clave de la serie).
No sé si estoy seguro, pero tal
vez sea la primera serie donde se trate la homosexualidad masculina de una
manera neutra, incluso positiva, y sin tópicos de las locas de otro tipo de productos del destape (y postdestape); lo
mismo con la transexualidad o con la liberalización de la mujer.
Su protagonista, con
encabezamiento diferenciado respecto al resto de actores, es Alfredo Landa, que, sin ser una de mis
filias, hay que reconocer que cumple y resulta muy creíble, sobre todo en sus
enfados, más que en su variante de enamoradizo como Ceferino Reyes, que vuelve
a España después de una temporada fuera de España.
Como coprotagonista femenina una Concha Cuetos en la cresta de la ola
antes de caer en las salas oscuras del doblaje, como la situaba Antonio Mercero
al ficharla para Farmacia de guardia.
Entonces no se había operado (o tapado con maquillaje) las bolsas de los ojos
ni blanqueado los dientes. Era pareja entonces del director de la serie, Manuel
Ripoll, y se nota, sobre todo en los primeros capítulos, como su personaje de
Carlota Núñez está cuidado al máximo, como locutora de radio, supongo que algún
trasunto de las Encarna Sánchez o Mariví Dominguín de la época (lo siento, pero
el mundo de las locutoras de radio de los años 80 no lo domino).
Sus secundarios son fuertes y de
la primera vez que vi la serie se me quedó guardado el de Walter Widarte, llamado Damián Pereira. Reconozco que a este actor
solo lo he visto en esta serie y en la muy recomendable película La noche de los girasoles (2006), en un
duelo interpretativo de los que se quedan en las retinas con Césareo Estébanez
como habitantes de un pueblo semiabandonado. Aquí se luce como ese personaje de
borrachín entrañable que podría trabajar en una radio, en un instituto, en un
hospital, etc.
Uno de los personajes más ricos
es el interpretado por
Fernando Hilbeck,
el viejo Werther. Difícil de explicarlo: una especie de locutor cursi, como de
otra época (reconozco que ahora me viene a la cabeza el
Bate de
La Radio de Julia
(Otero) de Onda Cero, por si alguien lo conoce...). Era raro su matrimonio con
Conchita Montes (la protagonista de
Nada)
-19 años de diferencia en el fondo no son nada...- y su evolución es de las más
interesantes. A Hilbeck tal vez algunos lo tenéis asociado a ser el padre de
Quique en
Verano Azul; yo lo recuerdo
también de una telenovela hispanoitaliana de principios de los noventa
, Yedra (aquí teneís la sintonía de esta
serie, que esto es como un cesto de cerezas..., triste a más no poder
http://www.youtube.com/watch?v=3LU0MRUuIzc).
Uno de los personajes más
entrañables es el de Marisa Lahoz,
Lita, como secretaria de la redacción del programa. Creo que más de uno imagina
así a su hermana mayor, tía, madre, profesora, etc. que por esos años tenía
veintitantos años. Refleja como pocos papeles femeninos la evolución de la
mujer española en los ochenta, dudando entre estar en casa con la pata quebrada
o bien evolucionar en su carrera profesional. Me alegra que su intérprete siga más
que activa (reconozco que no la tenía fichada hasta verla en esta serie) y me
consta que entre los seguidos de Amar en
tiempos revueltos es muy seguida.
La otra cara de la moneda la representa
el más veterano de los actores, el tirando a facha y retrógrado u homófobo jefe
de la cadena de radio COI Fermín Rivera interpretado por Eduardo Fajardo. En la serie queda involucrado en una trama con Nadiuska, en su último papel durante
los años 80.
Los personajes más desdibujados
son los de dos de los dos actores con más proyección de Tristeza de amor, Carlos
Larrañaga, como Sebastián Figueras, ejecutivo de la radio que tiene que bregar
entre los jefes y los empleados. El papel de Emma Suárez como Leticia, sobrina del personaje de Concha Cuetos
tiene presencia casi única para ver estilismos ochenteros a más no poder.
En esta foto veis el edificio
Windsor, en el que se desarrolla la serie. Supongo que algunos os quedasteis
enganchados a Salsa Rosa en la madrugada del sábado 12 de febrero de 2005
cuando el hombre pegado a un pinganillo Santi Acosta dio la noticia de que se
estaba quemando el edificio. Ahí empezaba o acaba la generación (post)Windsor;
el tiempo dará la razón.
Me queda pendiente leer la novela
de la serie. Si alguien la ha leído, que me diga si merece la pena...