A
finales de los 90, nacía en Madrid un joven dúo de música pop independiente que
seducía desde el hemisferio del corazón. Sus melodías apuntaban directamente a
lo emotivo, creando atmósferas de ensoñación y melancolía. Sus canciones
invitaban a la reflexión dulce en un café parisino o disfrutando de un paisaje
mediterráneo.
Para
quien no los conozca, tal vez la mejor forma de presentar a Roberto Martín y
Silvia Sanz sea viajar a 2002, cuando Niza se encontraba en pleno esplendor.
Sumerjámonos en uno de sus directos, donde brillaba la enérgica "Amor
cúbico" con homenaje incluido al mítico verso "Chas y aparezco a tu
lado" de Álex y Christina. En esta canción Niza recoge el testigo con reciprocidad,
respondiendo "Hago chup y apareces tú":
Todo
del sello discográfico Elefant está marcado por el buen gusto y la exquisitez
musical, pero Niza es especial. Desde el primer momento, nos enamoramos perdidamente
de y con su música. Como si fuera el grupo de nuestros sueños, Roberto y Silvia
nos mostraron que el aire de empollones casaba bien con la fragilidad, que era
posible componer canciones sutiles, realizar conciertos íntimos y sacar discos
delicados con tu pareja sin perder la bella sensación de amateurismo; que era
posible hacer las cosas bien sin traicionarse a uno mismo, sin convertir la
emoción en una fría profesión.
Su primera aparición en el mercado data de 1999. El EP "Niza", amparado en una florida e inspiradísima portada de los diseñadores Rubenimichi, nos ofrecía el caramelo más refrescante del pop español de finales del siglo XX. "Niza", la canción que abría el disco y servía de carta de presentación, nos trasladaba a la bohemia francesa y a elegantes cafeterías de media tarde. La melancolía y la dulzura se acentuaban con "Estival", donde la pequeña voz de Silvia susurraba números franceses y nos cogía de la mano para volar por otros mundos más suaves. Las otras tres canciones eran más inmediatas, lo que les valió el calificativo de poppys; se trataba de melodías graciosas y divertidas, soñadoras y adolescentes, como correspondía a unos chicos en sus primeros veinte. Incomprendidos por la crítica, enseñaban una energía y una ingenuidad sabia que, pese a estar en la misma línea de otros grupos de pop en castellano del momento, con el tiempo les valdría para conseguir su espacio propio.
El segundo
EP, "Topolino" (2000), anunciaba el crecimiento y la madurez del
dúo, al tiempo que mostraba una evolución increíble hacia la serenidad. Las tres
canciones, más escuetas y contenidas que las del anterior disco, se convertirían
en una joya para los coleccionistas. Con "Por las tardes", un
single magnético que seducía por su redondez perfecta, Niza daba varios pasos
adelante y se consagraba como promesa lenta y segura del pop. En su aparente fragilidad
se cifraba su fortaleza, el encanto de dos chicos jóvenes, tímidos y afables. A
través de delicadas melodías nos contagiaban sus ideas, sus sentimientos, su
sensibilidad, su buen gusto. Las otras dos canciones del EP no resultan menos
sugestivas: desde los coros rítmicos de "Por la noche" a la
contundencia y la brevedad nostálgica de "Ensayo Nº 3".
Aunque
solo con estos dos EPs ya teníamos a Niza guardados en el corazón, lo mejor
estaba por llegar. Su primer LP, "Canciones de temporada" (2002),
salió más tarde de lo esperado y creó mucha expectación entre los que lo aguardábamos
con impaciencia. Particularmente, sorprendió por la mayor confianza con que el
dúo afrontaba sus posibilidades. Silvia cantaba mejor que nunca y las
influencias de Jeanette o Saint Ettiene se reforzaban con estilosas bases
rítmicas y guiños a Jobim. También la incorporación de otros instrumentos
(sobre todo de cuerda o violines) y de bases electrónicas, siempre dosificadas
y aportadas en el momento justo, impregnaban de matices unas melodías tan
sencillas como elegantes. Las letras, sugerentes y evocadoras, suscitaban
antiguos amores, nuevos desamores, citas entre amigos, portales, despedidas y
todo tipo de escenas cotidianas, enmarcadas en confusas y contradictorias
espirales de sentimientos.
El
álbum acentuaba las dos caras de Niza: por un lado, canciones llenas de energía
positiva y primaveral (como la citada "Amor cúbico" o el
single "Parasol", así como los entretiempos "Inés"
e "Isolée"); y, por otro lado, la melancolía otoñal y la
depresión suave presentes en esas maravillas tristes que constituyen "Septiembre",
"Tan frágil" y, por supuesto, la posiblemente mejor canción
del disco: "Universo", que destaca por su contraste entre la
sensualidad envolvente de las programaciones electrónicas y la sobriedad de la
letra. Asimismo, los "Solsticios de verano e invierno" incrementaban
el misterio y la profundidad nada pretenciosa del dúo, inmerso en la belleza de
lo pequeño y en el encanto seductor de la melancolía.
Veamos
estas dos caras en "Parasol", uno de los pocos videoclips del grupo:
Y en
"Septiembre":
Durante
y después de todo esto, el que aquí escribe tuvo la suerte de asistir a dos de
sus conciertos: uno fue en la sala Siroco, donde Niza compartía escenario con
Gasca y Ellos; el otro se celebró en la FNAC de Madrid, en un ambiente íntimo y
poco concurrido donde todos quedamos maravillados por la mezcla de sonido
perfecto y concentración espacial. El primero me trae muchos recuerdos por lo bien
que sonaron, la belleza de las canciones, lo bonito y sencillo de la puesta en
escena, el lugar en el que ocurrió todo y los amigos que me acompañaron. El
segundo es quizá el concierto favorito de mi vida: la compañía era inmejorable,
como lo era el hecho de que la actuación se ofreciera gratuitamente. Esta
dichosa eventualidad sirve de metáfora de su música. Niza son un regalo, un
don. Fue una suerte inmensa tenerlos cerca. Después del concierto hablé con
ellos y me fascinó su personalidad. El evento desplegó el símbolo hermosísimo
de lo esencial: la guitarra de Roberto, la voz de Silvia y unas bases
pregrabadas bastaron para construir lo inolvidable.
Más
tarde, me apunté al foro del dúo en yahoogroups y poco a poco fui adentrándome
más en su espíritu. También guardo otros muchos momentos: el concierto que
dieron en Radio 3, el cual mi mejor amigo y yo vimos una noche en la televisión
de su casa; las sencillas entrevistas que concedieron en distintas
publicaciones; los reportajes que impresionaban por la belleza y elegancia de
las fotos; los artículos en inglés, en francés o en japonés... Y más momentos:
cuando puse algunas de sus canciones en una exposición para un curso de francés
en la Universidad, donde hablé de la influencia de la música francesa en grupos
como Niza, Les Très Bien Ensemble o Entre Ríos; o cuando me entrevistaron en la
radio como poeta y me despedí con la maravillosa versión que hacen de "Dame
estrellas o limones", de Family:
No
es la única versión célebre del dúo. "El muchacho de los ojos tristes",
de Jeanette, nos recuerda a quién nos trae a la memoria la voz de Silvia:
Entre
las rarezas de Niza, destacamos la nostálgica "Radio star":
Y,
especialmente, "Jamás te he olvidado", canción definitiva y
apuesta total por el pop electrónico que anunciaba la potencialidad ilimitada
del dúo y uno de los probables caminos que podrían haber tomado si siguieran en
activo:
Tantos
momentos y tan intensos nos regalaron Niza en tan poco tiempo que nunca estaremos
suficientemente agradecidos por su música y su estética. Poca gente sabe el
entusiasmo con que acogieron sus canciones los jóvenes coreanos cuando surgió la
oportunidad de presentarlas en clase en una universidad de Corea del Sur. Es
cierto que fueron a Japón con el dúo ya disuelto, cuando surgió la ocasión de
distribuir sus discos en estos países asiáticos; pero también estuvieron a
punto de ir a Corea en 2006. Al final no se concretó y en su lugar fueron La Casa Azul y Corazón.
Cuando
llegó la despedida del grupo, nos sentimos muy vacíos. Quedó una espinita
clavada, especialmente para los que soñábamos con verlos una vez más en disco o
en directo. Costaba asimilar que nunca más iban a publicar álbums, que su foro
dejaba prácticamente de funcionar, que el sueño había sido tan breve. Sin
embargo, el tiempo nos dice que pasó lo que tenía que pasar. Niza nació para
dejarnos con la sensación maravillosa y nostálgica de tener ganas de más. Esto
se adapta exactamente al concepto evocador de su música. Una carrera breve,
pero perfecta. Bien mirado, constituyeron un oasis inolvidable de pop, una
esencia única de vibraciones y sentimientos, un frasco justo y humilde de
sensibilidad. Traspasaron fronteras, sobre todo emocionales, y vendieron
millones de discos en nuestros corazones. Existieron, existen y nunca habrá
nadie como ellos.
Aquí
tenemos una excelente compilación de la biografía, la historia y la discografía
del dúo.
Y aquí otro interesante resumen de su trayectoria.
Silvia
se casó con Guille Milkyway, el alma y el corazón de La Casa Azul. No ha vuelto
a componer canciones, que nosotros sepamos, pero colabora con sus dulces coros
en algunos conciertos o composiciones de su marido. Un ejemplo lo tenemos en la
canción "Invítame a bailar", de 2009:
La
pareja tiene al menos dos hijos.
El
nuevo grupo de Roberto se llama Uke y destaca por la experimentación de sonidos.
Se trata también de un dúo, si bien en esta ocasión lo forma con su pareja
Laura Soriano.
Y
aquí podemos escuchar un precioso instrumental de 2010.
En esta completísima entrevista, donde se dan detalles tanto de Niza como del
actual proyecto de Roberto, podemos saber que Uke está instalado en Valencia.
Niza es un grupo
histórico. Su música no se ha olvidado, la crítica actual los reivindica cada
vez más y han influido a muchos grupos jóvenes, tanto musical como
estéticamente. Entre ellos, podemos mencionar a Band à part o a Papa Topo:
Nos despedimos como
creemos que finalizarían ellos este breve paseo por su trayectoria, con la
versión acústica de "Universo", una de sus canciones más celebradas:
Gracias por todo, Niza. Nos vimos en el futuro.
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