En 1996, en las revistas semanales que regalan con
los periódicos, empezamos a tener noticias de una chica pelirroja, frágil y
seductora. Se hace llamar Virjïnia Glück. A la hora de presentarse al mundo,
sustituye la “g” virginal con que la bautizaron por una "j" que homenaje a la poesía de Juan Ramón Jiménez. La
diéresis añadida a dicha letra logra que la suma de todos los puntos de su
nombre dé como resultado el número 7. La magia penetra en la vida cotidiana, la
extrañeza deja su huella en la realidad.
El disco Entre ánimasnos deja consternados, estupefactos. Una voz agudísima,
operística, subraya el misterio de once melodías sugerentes que reflejan los
cambios de ritmo y estados de ánimo que vibran en una joven desafiante e
inquieta.Su padre, Jesús Glück,
director de orquesta y ex-teclista del grupo Los Bravos, encabeza la Orquesta
Filarmónica de Praga al servicio de un pop romántico,
esotérico, estirado en la ruptura de géneros que guían unpiano punzante y los
violines ebrios e hirientes. Kate Bush, Björk, Tori Amos y Myléne Farmer están
ahí, pero en España nunca había pasado nada como esto. Nadie se había atrevido.