Después de haber visto en la entrada anterior los sellos españoles emitidos
a partir del año 2000 relacionados con la televisión y el cine, dedicamos esta
a los sellos españoles del siglo XXI
dedicados a la música y el cómic.
Sellos españoles del siglo XXI
relacionados con la música
Dejamos fuera los relativos a instrumentos musicales. Hay sellos dedicados
a la música popular (Alejandro Sanz, El canto del loco, Ana Belén, Víctor
Manuel, Miguel Ríos, Julio Iglesias, el 25º aniversario de la Movida madrileña,
Carlos Cano), habiendo también relacionados con el flamenco (Festival
Internacional del cante de las Minas de la Unión de Murcia, José Mercé). Los
compositores Joaquín Rodrigo o Manuel de Falla (con su obra El sombrero de tres picos) y el guitarrista Narciso Yepes tienen también su propio sello,
así como personajes del siglo XX relacionados con la música, pero no tan
conocidos para el gran público, como el folklorista cacereño Manuel García Matos o bien la ópera La Dolores del
compositor salmantino Tomás Bretón. También hay emisiones filatélicas relativas
a personajes de otros siglos, como el guitarrista almeriense Julián
Arcas o el compositor valenciano Vicente
Martín y Soler. Menos numerosos son los relacionados con la danza, con
figuras como Cristina Hoyos, Sara Baras o Joaquín Cortés.
2015. 1 de julio. Narciso Yepes.
2013
8 de mayo. Festival
Internacional del cante de las Minas de la Unión.
2010
11 de junio. Julián
Arcas.
2007
13 de abril. 25º
aniversario de la Movida madrileña.
2006.
10
de octubre. El canto del loco. Ana Belén, Víctor Manuel y Miguel Ríos.
1.¿Hay
antecedentes artísticos en tu familia? ¿Cuándo y cómo decidiste ser actor?
No, no pertenezco a una familia de artistas.
Estudié en el Colegio “Pedro Vila”, frente al Arco de
Triunfo, en el barrio de Rivera de Barcelona. Era un colegio laico. Constaba de
tres grandes edificios: el colegio de las chicas y la capilla a la derecha; la
biblioteca, la sala de música y conciertos en el centro y a la izquierda el
colegio de los chicos y el salón de actos, que creo que ya no existe. Y tres
grandes patios donde jugábamos, por separado, en los recreos y al entrar o al
salir del colegio. Siempre que paso por allí me traslado a mi niñez y lo contemplo
con cariño.
Dábamos diversas asignaturas, pero teníamos un profesor
que era el tutor de cada curso. Cuando llegué a sexto, el profesor Sr. Salgado
decidió que representaríamos una obra de teatro, de la Galería Salesiana, (las obras estaban adaptadas para chicos o
chicas). Debuté en el teatro del colegio con la obra El verdugo de Sevilla de Pedro Muñoz Seca. Fue un descubrimiento
mágico que cambiaría mi vida.
2.Te formaste
como actor en Barcelona, en el Institut del Teatre y en la Escola d’Art Dramàtic Adrià
Gual. ¿Hay algún actor conocido que
estudiara contigo? ¿A quién te apetece mencionar que no sea tan conocido y
coincidera contigo estudiando, o bien alguien que no haya seguido con la
interpretación?
Sí. Me
matriculé en el Institut del Teatre (entonces Instituto del Teatro, en la calle
Elisabets) a los catorce años, edad mínima permitida. Y, durante tres años,
estudié Arte Dramático. Conseguí el carnet profesional y el título de actor (en
los años noventa me canjearon ese título de actor por un Título Universitario
de Interpretación Dramática). En 1957, el Director del “Instituto del Teatro”
era D. Guillermo Díaz Plaja, a quien cariñosamente llamábamos “Tío Güili”, sesudo
hombre de letras, con varios libros imprescindibles en su haber, muy culto, y
cachondo. La primera fila de la clase estaba reservada para las alumnas. Los
chicos nos teníamos que sentar detrás. Su clase de Literatura siempre estaba
llena. Era un excelente profesor.
Las clases de
Declamación corrían a cargo de Dñª. Marta Grau (castellano) y de Dñª. Roser
Coscolla (catalán) dentro de los límites más clásicos de la interpretación.
Un oasis de
modernidad era la clase del profesor Bartolomé Olsina. Nos puso en contacto con
todas las tendencias del teatro: Teatro No, Kabuki, Ópera de Pekín, Teatro
americano: Eugene O´Neil, Constantin Stanivlansky, Vsevolod Meyerhold, Irvin Piscator, Bertold Brecht, Antonín Artau, Jean
Vilar… Eran clases vivas que nos impulsaban a la formación y a la investigación
permanentes.
Asistí a las
primeras clases de la nueva Escola d´Art Dramàtic Adrià Gual, que había abierto
sus puertas en el segundo trimestre de 1960, en la Cúpula del Coliseum. Me pareció
muy interesante. Terminé mis estudios en el Instituto del Teatro y me matricule
allí el curso 1960-61
A mis
diecisiete años, con el Título del Instituto y con el carnet profesional en mis
manos, me dispuse a seguir los cursos en la EADAG.
Allí empezó una
nueva etapa para mí con el binomio Mª Aurèlia Capmany y Ricard Salvat. Mª
Aurèlia era vital y entusiasta. Escritora, profesora de Filosofía, gran
conocedora del Teatro. Ricard era más calculado , un trabajador incansable; había
estudiado Dramaturgia en Alemania y poseía amplios conocimientos de las nuevas
tendencias teatrales. Piscator y el teatro político. Brecht y el efecto del
distanciamiento.
La EADAG tenía un cuadro de profesores muy
atractivo al que se unió otra gran pedagoga Carme Serrallonga. Nos enseñaba,
todos los días, Dicción y Ortofonía comparada, en catalán y en castellano.
Amaba la Pedagogía y el Teatro. Hizo modélicas traducciones de grandes textos. Inolvidable.
3.Durante varios
años de tu vida rodabas varias películas al año (¡hasta 8!), con papeles
breves, es verdad, pero a eso se añade teatro y televisión. ¿Cómo lograbas
combinar tanta actividad?
Hay años que
rodaba hasta en diez películas y varios programas de televisión.
Y actuaba en el
teatro. He trabajado muchísimo. Y he estudiado mucho. Tengo esa mala costumbre.
Las técnicas de
trabajo son distintas en cada medio: el Teatro, el Cine, la Televisión, el Doblaje…
tienen sus reglas claras. Y creo que las conozco y las domino. Pero siempre
tienes que estar estudiando y preparándote para cada actuación, porque se plantean
problemas diferentes. Nada es casual. Tienes que controlarlo todo.
Cierto que a
veces saltas compaginando varios medios. Todo es una técnica de control. Tienes
que saber exactamente dónde estás y aplicar tu experiencia.
4.Tal vez seas
actor fetiche de algunos directores, al menos eso parece con las películas de
Forges (País S.A. 1975 y El bengador gusticiero y su pastelera madre,
1977). ¿Cómo fue trabajar en estas películas? ¿Qué otros directores han
repetido contigo y te consta que te aprecian?
Sí, he repetido
con muchos directores. Pedro Lazaga, Jaime Chávarri, Jordi Grau, Antonio Drove,
Pilar Miró, Ramón Fernández, Pedro Masó, Jesús Yagüe… Algunos me consideraban
su actor fetiche. Pero lo cierto es que en todos los casos se establecía un
sistema de complicidad para conseguir en la pantalla lo que se planteaba en los
ensayos. Quería saber lo que tenían en sus cabezas y así conseguir acercarme a
la imagen que buscaban. Es apasionante y cuando se consigue, es muy
gratificador. Esencialmente en el Cine y en la Televisión.
Con Forges
(Antonio Fraguas) hice dos películas y un programa de televisión. Estaban
preparando “País S.A.” y el
maquillador José Antonio Sánchez, con el que había trabajado en otras
películas, me citó en la productora para presentarme a Forges. Estaban buscando
un actor para interpretar el papel de “Mariano, el hombre forgiano”. Me vieron
y me dieron el papel. Luego vino “El
bengador gusticiero y su pastelera madre”, un auto sacramental, las
aventuras de un héroe manchego.
Y finalmente
rodamos 24 horas aquí, guión de
Froges y realización de Carmelo Barrera. Un programa especial de RTVE para
celebrar los 25 años de funcionamiento del Ente. Las críticas de Forges,
trabajador y conocedor de Televisión Española, fueron tan agudas y certeras que
después de anunciar la emisión fue prohibida. Nos quedamos sin celebración de
cumpleaños.