Supongo que no fui el único que de niño, cuando pasabas a la categoría de
tener llave propia del buzón, deseaba recibir cartas y mejor si tenían algún
carn … Hacía ilusión escribir tu nombre y apellidos, dirección, código postal y
demás para esperar una carta que siempre llegaba tarde y mal. Con la de
caligrafía que se practicaba con los cuadernos Rubio, pero al final siempre
escribían mal tu nombre y tus apellidos.
Desde aquí me declaro fan de la tipografía de los cuadernos Rubio y de su
fundador, Enrique Rubio.
Mi primer carné no lo pedí yo, sino que se lo dieron a mis padres al nacer,
así que con cuatro días ya tuve mi primer carné, que todavía conservo. Era el
carné del grupo sanguíneo, que no sé si seguirán dando, lo ponen en chip bajo
la piel del bebé o tatuado con holograma o 3D. El ser del grupo sanguíneo O me
marcó de niño, al creerme más generoso y más dadivoso que otros grupos
sanguíneos, ya que el grupo sanguíneo O puede donar sangre sin problemas, si no
me equivoco. El día que supere mis miedos a las agujas, lo haré, pero
mientras... Como las fichas rosas aprenden de todo, desde aquí mi recuerdo al
austriaco Karl Landsteiner, que fue el que dio nombres a los grupos sanguíneos
A, B, etc.
Ya con seis años y gracias a la típica profe monjil entré en el mundo de la revista Gesto gracias al carné de la Infancia Misionera. Como siempre he sido un poco síndrome de Diógenes con el papel antiguo, que te dieran papel con dibujos y tal por veinticinco pesetas/cinco duros al año dije enseguida que sí y me hice amigo de la infancia misionera o lo que sea eso del Gesto. Ningún uso le di al carné, pero me sirvió para recibir bastantes años la revista Gesto.
Gesto y Domund (Domingo Mundial de la Evangelización de
los Pueblos) eran primos hermanos, y no me resisto a buscar en Google la hucha
del Domund, cuyo diseño me parece bien bueno. No fui de la generación de las
huchas con cabezas de chinos, negros (un poco tétrico me parece), que están
carísimas en el todocolección, a 300 euracos y más...
Todavía recuerdo los filos que tenía el asa, que de llevarla todo día
carando te destrozaba la piel de los carpios y metacarpios (la piel entre el
pulgar y el dedo índice). Espero que no me detengan: sí, yo también abrí la
ducha del Domund, siempre en compañía, para comprar chicles Bang Bang o Cheiw
Junior (¡letra y música de Juan Pardo...!) o para la Interviú de esa semana.
Uno de mis carnés más admirados es el del club de la colonia Chispas, de la
empresa Dana (fundada ni más ni menos que en el año 1932). Creo que no era Dana Internacional, pero
ahora que todo vuelve, desde aquí pido un anuncio de colonia Chispas que emplee
a la cantante transexual eurovisiva Dana Internacional. No recuerdo para qué
servía este carné. Si alguien me lo aclara en los comentarios le estaré
agradecido. No se me ha olvidado el plástico en el que venía cubierta la colonia
y la caja llena de pequeños iconos ochenteros. Ni la canción claro, de mi
primera colonia.
El olor de Chispas se me ha ido de la memoria de los olores (¿cuánto tiempo
guarda la nariz los olores?). Recuerdo más el de Brummel, Nenuco, Fido Dido (el
monigote de 7 Up llegó a tener perfume y todo),
etc. Hace tiempo preguntaba en las perfumerías preguntaba si se seguía fabricando;
como me miraban tirando a raro, lo dejé de preguntar... Veo que la cancioncilla
ha dado de sí y en YouTube podéis ver las versiones de Ellos
y Un pingüino en mi ascensor.
Uno de mis carnés favoritos es el de la Revista
Espinete (Ediciones Parramón), que te hacía formar parte del Club Espinete.
Esta fue la primera (y última, supongo) revista golosina, ya que cada número
venía con una golosina. Un pequeño fracaso: la piruleta llegaba al kiosko rota,
el Palote duro a más no poder; no recuerdo si traía polvos pica pica, pero vaya
coñazo para el señor kioskero, cual Julián del Barrio Sésamo de Espinete. Lo de
la golosina duró poco, de las fotos que hay en Internet, en el número 7 era
todavía golosina, pero en el número 12, por ejemplo, ya no. La revista era un
poco flop o bluff, ya que no había rastro en la revista de fotos de Ana, Chema,
Ruth, Matilde, etc., los personajes en carne y hueso del programa. Y me
pregunto lo mismo que con Chispas: ¿para qué utilicé yo ese carné?
El Club de Amigos de las Revistas Disney ha debido ser una invención de mi
imaginación, porque no hay nada en Google. Recuerdo tener un carné con la
cabeza de Mickey y no recuerdo qué revistas eran. Segunda mitad de los ochenta
o principios de los noventa... No recuerdo la editorial. No, no me lo he
inventado: esta chapa se vende en el todocoleccion.
Era distinto a la revista Yo Donald
de la editorial Montena, un poco anterior, en la que me tocó una casette o algo
así de Disney clásico. Todavía las tengo encuadernadas en el fondo de algún
armario. Habrá que rescatarlas ya que en el todocoleccion piden por un volumen
más de 30 euros...
Dejo para el final mi carné favorito, sin nombre ni nada, una tarjeta de la
suerte de la Tele Indiscreta, seguramente de septiembre del 85, hasta ahí
llegan mis neuronas, que te detectaba el estado de humor de ese día. De tanto
apretar al final ni sabías qué color salía... Vamos a ver qué sale antes de
colgar la entrada...
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